Censura y Libre expresión. ¿Existen términos más tergiversados? Bueno, quizás sí, pero esa no es la discusión. El punto es que hoy en día, en pleno siglo XXI y con un sistema democrático funcional, la libertad de expresión no se hace tan presente como debiera o esperamos que fuese.
Censura, a grandes rasgos, corresponde a la limitación de cierto contenido que se pretende comunicar, pues sus elementos pueden resultar ofensivos para el lector/receptor, entidades públicas e incluso el mismo gobierno, realizada por un “censor” la cual puede ser avalada de diferentes maneras (entiéndase con esto razones morales, educativas, políticos, religiosas, etc.).
Pero ¿qué tiene que ver todo esto con el muralismo? Pues bien, los colectivos muralistas nacionales fueron fundados bajo el alero de las juventudes izquierdistas pertenecientes a los diferentes partidos que las conforman. En el caso de la Brigada Ramona Parra, sus orígenes están vinculados a las Juventudes Comunistas (JJ.CC). Teniendo esto presente, la relación con el párrafo anterior es mucho más evidente: el comunismo hasta nuestros días sigue siendo censurado y excluido en casi la totalidad de sus manifestaciones, puesto que sus ideales no encajan con lo que el sistema capitalista imperante profesa. El mejor ejemplo de ello es la nula participación que se tuvo en el parlamento nacional durante 37 años, y teniendo solo 3 representantes en la cámara de diputados en la actualidad.
Por otro lado, si quisiéramos definir libertad de expresión, la única fuente realmente confiable sería la propia constitución de nuestro país. Ella expresa en el artículo 12°, capítulo III, referente a los derechos constitucionales del ciudadano, lo siguiente: “La constitución le asegura a todas las personas la libertad de emitir opinión y la de informar, sin censura previa, en cualquier forma y por cualquier medio”. Menciona además el hecho de penalización por los daños que la ejecución imprudente de este derecho pueda provocar en el resto de la población. ¿Qué perjuicios conlleva una obra de arte? Ninguno, y aun así los murales brigadistas no ocupan un lugar libre en el espacio y paisaje nacional, sino que son conferidos a recintos profundamente estigmatizados (en Santiago: Galpón Víctor Jara y Barrio Yungay).
Censura, a grandes rasgos, corresponde a la limitación de cierto contenido que se pretende comunicar, pues sus elementos pueden resultar ofensivos para el lector/receptor, entidades públicas e incluso el mismo gobierno, realizada por un “censor” la cual puede ser avalada de diferentes maneras (entiéndase con esto razones morales, educativas, políticos, religiosas, etc.).
Pero ¿qué tiene que ver todo esto con el muralismo? Pues bien, los colectivos muralistas nacionales fueron fundados bajo el alero de las juventudes izquierdistas pertenecientes a los diferentes partidos que las conforman. En el caso de la Brigada Ramona Parra, sus orígenes están vinculados a las Juventudes Comunistas (JJ.CC). Teniendo esto presente, la relación con el párrafo anterior es mucho más evidente: el comunismo hasta nuestros días sigue siendo censurado y excluido en casi la totalidad de sus manifestaciones, puesto que sus ideales no encajan con lo que el sistema capitalista imperante profesa. El mejor ejemplo de ello es la nula participación que se tuvo en el parlamento nacional durante 37 años, y teniendo solo 3 representantes en la cámara de diputados en la actualidad.
Por otro lado, si quisiéramos definir libertad de expresión, la única fuente realmente confiable sería la propia constitución de nuestro país. Ella expresa en el artículo 12°, capítulo III, referente a los derechos constitucionales del ciudadano, lo siguiente: “La constitución le asegura a todas las personas la libertad de emitir opinión y la de informar, sin censura previa, en cualquier forma y por cualquier medio”. Menciona además el hecho de penalización por los daños que la ejecución imprudente de este derecho pueda provocar en el resto de la población. ¿Qué perjuicios conlleva una obra de arte? Ninguno, y aun así los murales brigadistas no ocupan un lugar libre en el espacio y paisaje nacional, sino que son conferidos a recintos profundamente estigmatizados (en Santiago: Galpón Víctor Jara y Barrio Yungay).
![]() | ||
Fachada Galpón Víctor Jara. Santiago. |
![]() |
Calle Barrio Yungay. |
Tenemos derecho a expresarnos de manera libre y espontanea, en la plataforma que queramos, pero sin dañar a los que nos rodean ni al público en general, eso está claro. Ahora bien, ¿En qué medida hieren susceptibilidades la representación plástica de la realidad social chilena? Porque acordemos que esa es la real función del muralismo y la pintura social en nuestro país: reflejar la idiosincrasia nacional en plataformas comunes y públicas, para acercar de ese modo el arte al pueblo; la propaganda política es una vertiente que solo se hace presente en periodos electorales.
De esta manera, entramos en una dualidad que podría desconcertar a cualquiera. Brigadas muralistas (sobre todo la B.R.P) ven coartada su libertad de expresión y comunicación pues sus mensajes se ven constituidos sobre soportes e iconos de una ideología comunista fuertemente censurada en la actualidad. Sin embargo, esos mismos mensajes que como sociedad negamos, son un espejo fiel de nuestras raíces y problemáticas constantes y sumamente vigentes.
¿Vale la pena cuestionarnos entonces el porqué del rechazo a este tipo de arte? Las diferencias de opiniones respecto a la valoración de dichas obras se sustenta en un punto fundamental: los elementos presentes en el mural. Veámoslo de manera práctica y juguemos a las “7 diferencias” con estas dos imágenes pertenecientes a creaciones de la Brigada Ramona Parra.
De esta manera, entramos en una dualidad que podría desconcertar a cualquiera. Brigadas muralistas (sobre todo la B.R.P) ven coartada su libertad de expresión y comunicación pues sus mensajes se ven constituidos sobre soportes e iconos de una ideología comunista fuertemente censurada en la actualidad. Sin embargo, esos mismos mensajes que como sociedad negamos, son un espejo fiel de nuestras raíces y problemáticas constantes y sumamente vigentes.
¿Vale la pena cuestionarnos entonces el porqué del rechazo a este tipo de arte? Las diferencias de opiniones respecto a la valoración de dichas obras se sustenta en un punto fundamental: los elementos presentes en el mural. Veámoslo de manera práctica y juguemos a las “7 diferencias” con estas dos imágenes pertenecientes a creaciones de la Brigada Ramona Parra.
![]() | |
Imagen n°1 |
![]() |
Imagen n°2 |
Como se dijo con anterioridad, las dos imágenes que acabas de ver fueron diseñadas y pintadas por la Brigada Ramona Parra, y las únicas diferencias, además de las evidentes en diseños y colores, es que en una de ellas no se encuentra ninguna alusión política, es una imagen “limpia”, y es justamente la única que sigue siendo expuesta en el Galpón Víctor Jara. La segunda que pudiste observar no tiene ni siquiera un paradero definido, lo más probable es que ya no exista.
No podemos separar del todo las obras artísticas de la B.R.P de los postulados ideológicos del partido comunista: es parte de su esencia. ¿Pero es esa razón suficiente para dejar de considerarla arte? ¿Por qué sigue siendo tan estigmatizada? ¿Será la hoz, Salvador Allende, Víctor Jara o la estrella comunista?
Durante los años de dictadura, la labor de la B.R.P se vio obligada a realizarse bajo la más estricta clandestinidad, hecho casi entendible si recordamos que justamente la característica fundamental de ese régimen político es su arbitrariedad. Sin embargo, en casi cuarenta años la historia poco ha cambiado, y es porque como sociedad no hemos dejado ir los prejuicios que estar privados de libertad de culto, expresión y pensamiento pudieron engendrarnos.
No podemos separar del todo las obras artísticas de la B.R.P de los postulados ideológicos del partido comunista: es parte de su esencia. ¿Pero es esa razón suficiente para dejar de considerarla arte? ¿Por qué sigue siendo tan estigmatizada? ¿Será la hoz, Salvador Allende, Víctor Jara o la estrella comunista?
Durante los años de dictadura, la labor de la B.R.P se vio obligada a realizarse bajo la más estricta clandestinidad, hecho casi entendible si recordamos que justamente la característica fundamental de ese régimen político es su arbitrariedad. Sin embargo, en casi cuarenta años la historia poco ha cambiado, y es porque como sociedad no hemos dejado ir los prejuicios que estar privados de libertad de culto, expresión y pensamiento pudieron engendrarnos.
La misión es simple: valorar el arte por lo que es, expresión simple, poesía. Recuperar la madurez de los sentidos y darnos cuenta que es prácticamente imposible separar la visión política del desarrollo vital de una sociedad, dejar de lados los prejuicios para no perder la bella posibilidad que entrega la B.R.P de conocimiento y reconocimiento de la identidad de nuestro pueblo. Y somos nosotros, la juventud de nuestro país la que se debe hacer responsable de este cambio de mentalidad. ¿Existe alguien más preparado? No lo creo, solo así podremos pintar hasta el cielo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario